miércoles, 13 de octubre de 2010

XXXII. Tempestad

Desde pequeño he ido escuchando que, por norma general, la primera idea que te viene a la cabeza suele ser la más acertada. Cuando estudié inglés corroboré la pequeña regla casera. En otras palabras: nunca de los jamases cambies la primera respuesta que te viene a la cabeza para resolver el ejercicio, pues me atrevería a decir que el noventa por ciento de las veces la respuesta es correcta.
Por desgracia esto no es aplicable a todo, como otra gran regla casera en inglés: si suena mal, seguro que está mal. Pero como iba diciendo, no siempre la primera idea es la correcta….si no que se lo pregunten a Andrés.
Creo que se metió tanta mierda en el cuerpo para tener esos músculos, muchos de los cuales yo ni sabía que existían, que la sangre no le llega bien al cerebro. ¿Zombies? ¡Por el amor de Dios, que cosa más sórdida!

Refunfuñé adormilado cuando algo frío y húmedo impactó en mi cara, cerca de la nariz y descendió con lentitud hacía los labios. Los relamí inconscientemente cuando en la frente noté otro impacto, y luego otro, y otro. Abrí los ojos con lentitud, medio atontado, y observé finas estelas brillantes ante un cielo oscuro. Entonces una intensa luz iluminó las nubes y segundos más tarde la lancha tembló ante el tremendo estruendo. Empezaba a llover.
Intenté levantarme pero las cervicales me crujieron con tanta fuerza que me quedé plegado allí mismo, como un abuelo, gimoteando y maldiciendo por dormir en poses tan grotescas.
Volkov ya estaba despierto, podía escuchar sus arcadas desde la otra punta del bote. Carla y Van Dijke se despertaron con el trueno. Manuel e Iñaki no tenían pinta de haber dormido en días, sus ojeras llegaban hasta el suelo. Frings y Bastian hacían guardia en la punta del transporte. Joao seguía durmiendo, a su lado, Julia cabeceaba a causa del cansancio.
-Eh, Iñaki- zarandeé a mi compañero que roncaba profundamente- Despierta, está lloviendo. Venga, arriba. Despierta- El tipo gruñó y me dio la espalda-. Joder, parezco tu madre ¡levántate!-. Adormilado, Iñaki hizo un gesto con la mano para que lo dejara en paz.
Andrés se me acercó, sorteando al resto de supervivientes con bastante torpeza.
-Eh, tío- me dijo- siento aquello que te dije hará un par de días, o ayer… o bah, no sé cuando pasó, desde que estamos aquí he perdido la noción del tiempo-. El grandullón parecía arrepentido. Si más no, su voz era apagada y triste-. No quise ofenderte.
En aquél momento, escuché un pitido breve. No le dí importancia.
-Ya tenemos suficientes problemas para salir vivos de aquí, si es que salimos. Así que de aquello ya ni me acuerdo- el tipo esbozó una sonrisa y acto seguido me tendió la mano-. Sin rencor- dije.
-Sin rencor- repitió.
-Siento cortar este momento tan tierno- se burló Frings-. Pero debemos regresar a tierra o la marea nos engullirá. El agua está brava.
-¿Ahora que le pica al Tercer Reich?- me preguntó Andrés.
A duras penas conseguir contener la risa pero cuando miré las olas que se acercaban por el horizonte las ganas de juerga se me pasaron de golpe.
-Debemos volver a tierra firme.
-Esos cabrones siguen allí de pie. Seguimos siendo su cena.
-Andrés, déjate de gilipolleces y olvida a esos pobres desnutridos. Tenemos que salvarnos el pellejo.
-¿Y si bordeamos la jungla?- interrumpió Manuel-. Podemos ir por donde desembarcaron Julia y el resto.
-Eso estará infestado de zombies.
-Que pesado que eres con esa mierda- dijo Manuel con desdén.
-No podemos hacer otra cosa- opinó Iñaki entre bostezos.
-Mira, se ha despertado la bella durmiente- dije.
Andrés barrió con la mirada a Manuel. Tras unos segundos, soltó una risita burlona y negó con la cabeza.
-Hay más gente en el bote- gritó Carla-. Nuestras vidas no dependen de vuestras ideas.
-¿Qué propones?- pregunté.
-Votaciones.
De nuevo escuché un breve pitido. El sonido me resultaba familiar. El teléfono móvil. Saqué el aparato del bolsillo. El icono de la batería parpadeaba en la esquina superior derecha. En el lado opuesto, un dibujito de una antena tachada me indicaba que no había cobertura. Eran las cuatro menos diez de la madrugada. El móvil volvió a pitar antes de apagarse.