viernes, 4 de junio de 2010

I. Vacaciones

Me levanté de la incómoda silla de madera con el culo plano, cogí las llaves del coche, me guardé el teléfono móvil en el bolsillo y me despedí de los compañeros que aun quedaban en el restaurante, varios de ellos con unas cuantas copas de más, y decidí dar por finalizado el último día de trabajo.
La bofetada climática fue más que interesante al abandonar el restaurante. El sol brillaba en su punto más álgido convirtiendo en un infierno todo lo que tocaba y mi coche no iba a ser una excepción. Dos destellos me informaron de que las puertas del vehiculo se habían abierto y confirmé algo que era un hecho, aquello era un hervidero. Bajé todas las ventanillas y salí del parking con una sonrisa de oreja a oreja a pesar del horrible bochorno.
¡Por fin estaba de vacaciones!