domingo, 6 de junio de 2010

IV. El vuelo

Anoche tuve la genial idea de ver Turbulence horas antes de hacer un vuelo transoceánico. Joder, que aun no ha despegado y ya estoy encima del tío de al lado. Me mira con cara de pocos amigos, creo que no es para menos. Cuando se descuide la azafata me tiro sobre su asiento como alma que lleva el diablo. Tiene doble cinturón de seguridad. De aquellos cruzados en plan rally.
Había viajado otras veces con la aerolínea alemana, así que me sentía relativamente tranquilo. Pensé en el crucero, se llamaba Rhapsody of the Seas, un nombre como dios manda. Como aquella canción de Queen, Bohemian Rhapsody. Daria cualquier cosa por escuchar un poco de música.

Estaba en la ventanilla al lado del ala derecha. A mi izquierda había dos butacas que ya estaban ocupadas. En el primer asiento había una chica japonesa, creo que lo era, que ya se había descalzado y dormía placidamente. En medio estaba el hombre mayor que me seguía mirando con cara de mala leche. Decidí imitar a la mujer y me puse a dormir.

En el mejor momento del sueño el piloto pegó un acelerón, los motores rugieron y mi cuerpo se incrustó en la butaca. Me desperté desesperado con el corazón en la garganta y un nudo en el estomago. Suerte que me había abrochado el cinturón sino estaría otra vez encima del compañero de al lado.

El pájaro de acero se elevó sobra una Barcelona que en cuestión de minutos pasó a ser una maqueta sin detalles repleta de luces. Momentos más tarde, volábamos por encima del manto de nubes
Sigo sin entender porque decidí coger el asiento de la ventana si el viaje se hacía de noche.