Vomité por segunda vez en menos de diez minutos, creo que es un record digno de mención. Me limpié la boca con el reverso de la mano y miré a Iñaki. No estaba mejor que yo.
-¿Tienes un chicle?- pregunté.
Iñaki negó con la cabeza.
Busqué a algún conocido dentro del bote. Reconocí a Volkóv y Andrés, el tipo cachas a lo Vin Diesel. Estaban demasiado lejos como para llegar allí sin vomitar antes encima de algún compañero así que decidí quedarme donde estaba.
-Mi mujer está en el primer bote que zarpó- dijo un hombre detrás de mí, era Manuel. Su voz sonó muy melancólica.
-No pasará nada, vamos todos en la misma dirección- comentó Iñaki, intentando animar el hombre.
-¿Vosotros habéis venido solos?
Yo me limité a asentir con la cabeza.
-A mi me dejó mi esposa, perdón, mi ex futura esposa, aun me cuesta decirlo-el hombre sacó una foto de la billetera. Era cuestión de segundos que arrancara a llorar-.Esta iba a ser nuestra luna de miel.
-Lo siento, chico.
-Más se perdió en la guerra…-Iñaki guardó la foto con la mano temblorosa. Me gustaría ser como él. Tan optimista.
-Yo fui un gilipollas-dije. Creo que hablar me ayudaba a no pensar en el jodido vaivén tan bruto del bote. El oleaje era perfecto para hacer surf, si tenías ganas de suicidarte, claro.
-No será para tanto.
-Mejor dicho, un cobarde. Hacía medio año que vivíamos juntos. Ocho años de relación deseando tener nuestra intimidad. Cuando lo conseguimos, ella quería tener hijos-. Miré para otro lado en busca de fuerzas. Humedecí los labios y continué-: Sólo tenía veinticinco años, quería hacer muchas cosas antes que tener tantas responsabilidades. Me asusté y tiré por la borda media vida. No he tenido narices de volver a hablar con ella desde entonces.
-De acuerdo, eres un gilipollas- dijo Iñaki entre risas-. No puedes hacer eso, hay muchas formas de solucionarlo.
-Lo sé, pero me vi arrinconado…
-A nosotros no nos tienes que dar ninguna explicación- interrumpió Manuel.
-Es una de esas cosas que borraría para volver hacer, pero tomando el camino correcto.
-¿Cómo con este viaje?- preguntó Iñaki.
-Sí.
-Por cierto, ¿dónde estamos?
-En mitad de la nada- respondió Manuel antes de levantarse y cruzar el bote hasta la parte delantera.
-¿Tienes un chicle?- pregunté.
Iñaki negó con la cabeza.
Busqué a algún conocido dentro del bote. Reconocí a Volkóv y Andrés, el tipo cachas a lo Vin Diesel. Estaban demasiado lejos como para llegar allí sin vomitar antes encima de algún compañero así que decidí quedarme donde estaba.
-Mi mujer está en el primer bote que zarpó- dijo un hombre detrás de mí, era Manuel. Su voz sonó muy melancólica.
-No pasará nada, vamos todos en la misma dirección- comentó Iñaki, intentando animar el hombre.
-¿Vosotros habéis venido solos?
Yo me limité a asentir con la cabeza.
-A mi me dejó mi esposa, perdón, mi ex futura esposa, aun me cuesta decirlo-el hombre sacó una foto de la billetera. Era cuestión de segundos que arrancara a llorar-.Esta iba a ser nuestra luna de miel.
-Lo siento, chico.
-Más se perdió en la guerra…-Iñaki guardó la foto con la mano temblorosa. Me gustaría ser como él. Tan optimista.
-Yo fui un gilipollas-dije. Creo que hablar me ayudaba a no pensar en el jodido vaivén tan bruto del bote. El oleaje era perfecto para hacer surf, si tenías ganas de suicidarte, claro.
-No será para tanto.
-Mejor dicho, un cobarde. Hacía medio año que vivíamos juntos. Ocho años de relación deseando tener nuestra intimidad. Cuando lo conseguimos, ella quería tener hijos-. Miré para otro lado en busca de fuerzas. Humedecí los labios y continué-: Sólo tenía veinticinco años, quería hacer muchas cosas antes que tener tantas responsabilidades. Me asusté y tiré por la borda media vida. No he tenido narices de volver a hablar con ella desde entonces.
-De acuerdo, eres un gilipollas- dijo Iñaki entre risas-. No puedes hacer eso, hay muchas formas de solucionarlo.
-Lo sé, pero me vi arrinconado…
-A nosotros no nos tienes que dar ninguna explicación- interrumpió Manuel.
-Es una de esas cosas que borraría para volver hacer, pero tomando el camino correcto.
-¿Cómo con este viaje?- preguntó Iñaki.
-Sí.
-Por cierto, ¿dónde estamos?
-En mitad de la nada- respondió Manuel antes de levantarse y cruzar el bote hasta la parte delantera.